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jueves, 22 de diciembre de 2016

SUIZA..Un paréntesis en los Alpes

No es extraño pensar en alguna capital centro europea para pasar unos días en época navideña. Como otros años, unos días libres en estas fechas significaban un respiro entre el estresante sector sanitario.
Difícil elegir entre tantas ciudades famosas por sus mercadillos navideños..
Una desconocida Suiza para nosotros y los económicos precios de una conocida Low coast que enlaza la ciudad de Ginebra con Barcelona hasta en 4 trayectos diarios hace abaratar los precios de los billetes.
Aunque Suiza es famosa por sus altos precios y su alto nivel de vida, no hace que una visita de unos días pueda ser muy barata siguiendo unos sencillos pasos que relataré a continuación.

17 diciembre...
Un día claro y soleado en Barcelona precede a la oscuridad absoluta debido al temprano atardecer y a la densa capa nubosa que enmoquetaba el cielo de Ginebra. Curiosamente atravesarla resultó fácil.
Aterrizamos en un aeropuerto internacional de una sola terminal, desembarcamos y accedimos a una boca de entrada en forma circular que se encuentra junto a la pista de aterrizaje conectada por túneles subterráneos a la terminal.
Un frenético ir y venir de pasajeros indicaban las fechas señaladas de la Navidad. Cruzamos las cintas de recogida de maletas, allí junto a la puerta de salida se encuentra una máquina expendedora de billetes, no hay más que pulsar un botón, el billete da acceso tanto al autobús como al tren durante 80 minutos, tiempo suficiente para llegar al alojamiento.. Otra tarjeta sellada por el establecimiento nos dará derecho al transporte público gratis en la capital durante todos los días de nuestra estancia.
Salimos del aeropuerto, la fina lluvia que caía junto a las bajas temperaturas indicaban nieves no muy lejos de allí.
Nos dirigimos hacia la estación de tren ubicada a la izquierda de la salida, allí se encuentra también las paradas de autobús. Para llegar al centro ó estación de Cornavín, se puede utilizar las líneas 5 y 10 de autobús o tren cada 15 minutos.


Tras unos 20 minutos llegamos a la estación central de Ginebra. Tomamos el tranvía número 15 y enseguida llegamos a nuestro alojamiento, la elección sin duda era un apartamento para abaratar costes de alimentación, muy cerca se encuentran varios supermercados donde adquirir lo básico para pocos días..

Ginebra, segunda ciudad Suiza por habitantes situada entre el río Rodano y el lago Leman, rodeado de los altos picos de los Alpes y de territorio francés.
De origen celta, romano y a continuación germano antes de acabar en manos de los franceses, hacia el año 1815 la ciudad y su comarca o cantón se adesionó a Suiza.
De habla francesa es sede de multitud de importantes organizaciones europeas..







Nos dirigimos hacia el barrio antiguo, la que iba a ser nuestra zona favorita de Ginebra.
Sobre una colina se sitúa la Vielle ville, sus estrechas calles empedradas y tenuemente iluminadas de 2 milenios de antigüedad impregnados en ellas.
Repletas de tiendas de arte y antigüedades en los bajos de históricas casas.
Se podía respirar un ambiente de historia y misterio en el aire ayudado por una fina niebla que comenzaba a bajar y recorrer las calles poco a poco...echamos de menos unos candiles para iluminar nuestros propios pasos.


Hotel de Ville, Fountain, Place de la fustería...volvimos recorriendo nuestros pasos...Maisón Tavel, un precioso edificio medieval. La bonita place du Bourg de Four..lugar de encuentro. El temple del auditoire junto a la joya de la corona, la Catedral San Pierre, de construcción románica y gótica del siglo XII.
Unas losas funerarias antiquísimas reposaban de pie apoyadas sobre los muros de la entrada mudas ante el paso del tiempo. Interior bonito pero austero, recientemente utilizada para conciertos de música clásica.


En su exterior se encuentra la terraza Agrippe-d'ambigne desde donde con permiso de la densa niebla se puede admirar la ciudad y el lago Leman iluminada por luces y adornos navideños.
La oscuridad, el silencio y la soledad en las calles hacía aparentar bien entrada la madrugada cuando unas campanas de varias iglesias cercanas nos despertaron del sueño medieval y volvimos a la realidad.. eran las 8 de la tarde.







Día 18 de Diciembre
La mañana amaneció de nuevo fría y nubosa, cogimos el tranvía solo para varias paradas. Nos apeamos en Plain Palais, una gran plaza en forma de rombo, ocupada por unas ferias poco visitadas por los ginebrinos, también por las mañanas puede verse un rastrillo con puestos de ropa, frutas y otros enseres.


Tomamos el Boulevard Helvétique hasta su final dónde se encuentra el famoso jardín ingles con su reloj floreado y junto a él, el chorro de agua impulsada quizá más alto del mundo con 140 metros de altura, uno de los iconos más importantes de la ciudad.



Multitud de personas se agolpaban observando divertidas junto al muelle del jardín inglés un grupo de valientes ginebrinos disfrazados lanzándose al frío agua del lago Leman en lo que parecía un festival de Navidad y recorriendo unos metros a nado sin temer los 5 grados del exterior.
Cruzamos el puente de Montblanc observando sorprendidos las cristalinas aguas del lago de aspecto perfectamente potable.


Eran las 15:00 puntualmente apareció encarando el comienzo de la estación central de Ginebra nuestro tren con destino a Nyon.


Con una puntualidad sincronizada como la maquinaria de un reloj suizo salimos de la ciudad bordeando el lago Leman por un lado y grandes tramos de praderas verdes al otro.
Tras sólo unos 30 minutos, el tren se detuvo..
Nyon, pequeña ciudad suiza capital del cantón de Vaud a orillas del lago Leman entre Ginebra y Lausana. Parte de su casco urbano es Romano y parte medieval como el castillo, elevado sobre una pequeña colina donde puede observarse desde cualquier ángulo. Museo, cárcel ahora utilizado para servicios a la comunidad.
Salimos de la pequeña estación y tomamos la primera calle en dirección al centro del municipio, allí unas casetas de madera ofrecían repostería hecha con los mejores chocolates del mundo, imposible evitar probarlos.


Cruzamos un gran arco y atravesamos el castillo por un pequeño patio, al otro lado el mirador mostraba unas vistas increíbles del pueblo, el lago Leman y los Alpes al fondo.



Abajo, las empedradas calles medievales eran transitadas por una gran multitud, paseando y ojeando un gran rastrillo de antigüedades que ocupaba casi toda la población, dando un ambiente festivo. Los francos-suizos son unos enamorados de las antiguallas.


La tarde iba transcurriendo entre puestos de antigüedades e imágenes del lago desde Quai des Alpes hacia el espigón al final del paseo..El frágil sol de la tarde se ocultaba tímidamente en el horizonte y daba un tono dorado a la imagen de Nyon que se captaba perfecta desde ese punto.



Los anticuarios recogieron sus objetos en un tiempo récord, pocos minutos más tarde todo había desaparecido. Comenzó a faltar la luz diurna y el lugar se entorno solitario, tranquilo, las hojas secas revoloteaban por las aceras por un suave viento que atrajo una fina capa de niebla sobre el agua convirtiendo el lago en un lugar misterioso de otro tiempo.



Día 19 de diciembre.
Me desperté temprano, me había dejado las cortinas abiertas y la luz de la mañana ya entraba en nuestra habitación, me levanté y observé por la ventana el ritmo frenético en la calle. Los Tranvías de ambos sentidos se cruzaban justo debajo de nuestra ventana emitiendo un suave traqueteo.
El hueco entre dos casas mostraba un parking de vehículos militares, me había llamado la atención un grupo de soldados que se dirigían hacia allí y en ese momento recordé algo que me habían contado unos días antes.. En Suiza existe el servicio militar obligatorio y no es una broma precisamente, aunque suiza es un país neutral. Se comienza en torno a los 18 o 19 años y se prolonga por un tiempo de más de 15 años en los que tienen que acudir al cuartel 2 semanas al año para entrenamiento militar. Se dice que se les entrega un fusil y lo guardan a buen recaudo en sus domicilios particulares. ( Aunque esto no lo tengo confirmado ) el resto del tiempo pueden seguir con sus vidas y en caso de movilización tendrían un ejército enorme y preparado.

Eran las 9:00 en la parada de autobuses del aeropuerto, observamos una vieja furgoneta naranja estacionada en una plaza de garaje..
Era nuestro transporte que había reservado por Internet, nuestra intención era cruzar la frontera a Francia y observar los picos más altos de los Alpes, desde la famosa localidad de Chamonix.
Poco más de hora y media nos costó llegar, el pronóstico era de leves precipitaciones y unos finos copos de nieve caían a nuestra llegada. El frío era intenso, el hielo aparecía en las zonas sombrías y la falta de nieve contrastaba con la parte superior de las montañas.





Cables de teleférico se apreciaban desde varios puntos del Valle, uno de ellos para subir en varios tramos hasta el Aguillé du Midi de 3808 metros de altura, el segundo pico más alto después de los 4810 m del Montblanc, situado justo detrás de éste.
Una ventisca impedía el ascenso hasta su cumbre.

Las calles estaban estratégicamente adornadas con motivos y luces navideñas, la música atraía al personal hacia las calles más comerciales dónde se encuentran las mejores marcas en tiendas de deporte de alta montaña, un sueño para todo el amante del deporte blanco.


Cruzamos de nuevo el río Arve por un bonito puente de madera hacia una vieja estación. Tomamos el pequeño tren rojo de cremallera hacia la estación de Montenvers a 1910 metros dónde se encuentra el famoso glaciar Mer de Glace, situado en las laderas entre picos de hasta 4000 metros de altura y 7 km de largo.
( parte de ella se divisa desde Chamonix ). El ascenso era lento pero seguro, los dientes de cremallera hacían su trabajo ganando la enorme pendiente, podíamos observar como Chamonix se hacía cada vez más pequeño. Un Íbice de los Alpes o cabra salvaje alpina apareció entre los abetos muy cerca del tren y desapareció en décimas de segundo..










Arriba el mal tiempo nos recibió con ventisca y 17 grados bajo cero, aunque no hizo más que animarnos más a asomarnos a ese gran mar de hielo de más de 500 metros de espesor en constante movimiento. Un diminuto granizo nos golpeaba la cara a más de 100 kilómetros por hora, los dedos de las manos comenzaban seriamente a doler indicando la vasoconstricción en estos, pudimos asimilar un poco lo que los alpinistas sienten cuando sufren congelaciones de miembros. No obstante muy cerca de allí, el Mont Blanc cuenta con un número importante de alpinistas desaparecidos en los últimos años debido a las extremas y caprichosas condiciones meteorológicas cambiantes a estas enormes alturas.

Día 21 de diciembre
Ginebra
No podíamos marcharnos sin conocer el barrio donde se encuentran las Naciones Unidas y demás organizaciones gubernamentales como la ONU, sede de la Cruz Roja, OMS, Organización Mundial de la Salud, ACNUR, Naciones Unidas para los Refugiados, CERM, Centro Europeo de Investigación Nuclear y otros...




Si tú, como lector o viajero te interesa saber cuál es mi opinión en cuanto al país o si merece la pena su visita, debo decir que mi criterio es limitado por el tiempo y lo vivido.
No obstante, Suiza sigue siendo un país limpio y ordenado. De una gran belleza en sus poblaciones más pequeñas, privilegiadas por su naturaleza, rodeada de los Alpes, lagos y sus grandes masas verdes.
Su reputación le precede, la educación del suizo, su implicación con el medio ambiente. Ginebra es algo distinto, su multiculturalidad es evidente, una ciudad concebida para todo el mundo.
Desde luego hay que conocer Suiza, preferiblemente el interior del país, disfrutar de su naturaleza, sus montañas...coger teleféricos, trenes de cremallera, visitar castillos y abadías medievales, bañarse en sus lagos de aguas cristalinas..