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miércoles, 21 de octubre de 2015

JAPON II...NIKKO-KYOTO

NIKKO

Eran las 8:34 en la estación de Ueno cuando salíamos con nuestro Shinkansen Nasuno 253, el tren bala que nos llevaría a Utsunomiya, población dónde cambiaríamos de tren para ir a Nikko en la región de Kanto, 140 km al noroeste de Tokio.
Son trenes con los que se puede acceder con el abono JR pass, teníamos los asientos reservados pero hay opción de cogerlos sin reserva. Sólo hay que fijarse en las pantallas dónde salen reflejados los vagones que no necesitan reserva.
Eso sí, si no están ya ocupados.
Los Shinkansen son amplios limpios y muy rápidos, hasta 600 kilómetros por hora, la puntualidad es una de sus mayores ventajas en todo tipo de transportes en Japón. Tras hacer el trasbordo de trenes y ya en uno más tradicional, subíamos hacia las montañas con un suave traqueteo, por fín habían desaparecido las poblaciones y todo era vegetación y naturaleza a nuestro paso cosa que comenzamos agradecer.
Eran las 10:21 cuándo llegamos a este pueblo rodeado de montañas.
Una vieja estación nos daba la bienvenida, había un ambiente fresco y agradable..nos dirigímos hacia una pequeña pastelería artesana dónde unas amables viejecitos nos sirvieron café acompañado de unos bollos rellenos de algo dulce que aún hoy desconocemos con textura parecida a la mermelada.
Nos despedimos cariñosamente y caminamos por una amplia calle hacia los templos. Llegamos al precioso y sagrado puente Shinkyo sobre el río Daiya de frescas aguas turquesas, allí comienza el parque nacional de Nikko, Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO.
Comienzo de una subida sobre unos escalones de piedra franqueados por un pequeño riachuelo y rodeados de vegetación, allí en la altura de la montaña se emplazan varios templos y santuarios..
El más importante por su belleza y su historia es Toshogu Shrine,  santuario sintoísta construido en 1634, aunque conserva elementos budistas como una gran pagoda de cinco niveles.


Todo ello rodeado de un gran bosque de más de 13.000 cedros y dónde se dice que de la tierra sale humo debido a la actividad volcánica de la zona.
El precio de la entrada son 1.300 yenes y ojo porque cierran temprano a eso de las 17,00H

Bajamos hacia el pueblo y comimos en un típico restaurante japonés con paneles de madera, excelente comida casera y trato familiar.
Había que reponer fuerzas para continuar en busca de Kanmangafuchi Abbys, el abismo.. para mi gusto, uno de los lugares más bonitos de Nikko.
Se trata de una garganta en la montaña, un camino paralelo al río Daiya, en un paraje escondido dónde se encuentran una fila de figuras Jizzo, ataviadas con gorritos y un pequeño babero de color rojo observando bajar las bravas aguas a su paso.
Estas figuras tienen varios significados o leyendas, se dice que son protectores de los viajeros, que son ofrendas de madres que han perdido a sus hijos a temprana edad y las figuras son ofrendas a los dioses para que protejan sus pequeñas almas.
También se dice que por muchas veces que se cuenten nunca dan el mismo número porque se esconden del turista..
Este lugar escondido entre la salvaje naturaleza, es uno de los muchos rincones llenos de magia y misterio escondidos en este precioso enclave de obligada visita en Japón..
Esperábamos ya en la antigua estación, el viejo tren de la Nikko line, los cuervos nos vigilaban desde la distancia cómodamente apoyados en los raídos cables de la luz, algo los hizo volar de repente, era el silbido anunciador de la llegada de nuestro tren   mientras comenzaba a oscurecer,...

KYOTO

Amanecer lluvioso en la estación de Tokio,
Eran las 7:33 cuando abordamos el Shinkansen Ikari 503 con dirección a Kioto, la segunda ciudad de Japón, antigua capital, más tradicional, antigua y bella del país. Tras atravesar la prefectura de Saitama, lugar de nacimiento de alguien muy allegado a mí, dejamos la civilización atrás y comenzamos a atravesar valles y multitud de húmedos campos de arroz.
La lluvia y la niebla comenzó a hacerse más densa cuando una gran silueta anunciaba la imponente presencia del Monte Fuji a nuestra derecha. El monte volcánico más alto de Japón con sus 3.776 metros.
La velocidad del tren hacía secarse casi de inmediato la lluvia que mojaba las ventanillas.
Llegamos puntualmente a la estación de Kyoto, cientos de personas abandonaban ordenada y silenciosamente el tren. Se encaminaban hacia la salida, nos dirigimos hacia la oficina de turismo, en la primera planta junto a la puerta de salida de la estación. Allí se pueden adquirir mapas, información variada y nuestro objetivo, comprar unos abonos de autobús de un día por 500 yenes.
Salimos a la calle, una ténue una lluvia mojaba ligeramente el impermeable mientras nos dirigíamos hacia la parada 101- 205 del autobús de línea que nos llevaría hasta el Templo de Oro, nuestra ruta número 1 en la zona oeste de la ciudad.
Él 101 llegó primero a esta plaza dónde se cruzan casi todas las líneas de autobús de la ciudad. En unos 30 minutos bajamos en Kinkakuji michi, parada próxima al templo, uno de los más bellos de todo de Kioto..musgo, estanques, bambú y la incesante lluvia aunque algo molesta, le daba un toque romántico a este templo que contiene multitud de reliquias de Buda.
Un auténtico oasis, también llamado jardín de los ciervos, templo Zen de la secta Rinzai..
Esta vez tomamos a la carrera el autobús número 205, e hicimos el transbordo en la estación al número 100, para hacer nuestra ruta número 2 por la zona Este de la ciudad y cruzando el río Kómo, llegamos a la ultima parada. Ginkaku- Ji.
Allí había una leve cuesta dónde en su final, se encontraba el Templo de Plata, el templo de la Misericordia. Patrimonio de la Humanidad, es actualmente un templo Budista Zen emulando al Templo de Oro.
Tengo que admitir qué es uno de los lugares más bellos que he presenciado.
La paz, el silencio y el respeto de los visitantes cubría el ambiente mientras paseamos por sus increíbles jardines rodeando el templo.

Bajamos de nuevo por la calle repleta de puestecitos de artesanía, comida y nos llamó la atención uno dónde unos venerables ancianos cocinaban unos pinchos de apariencia y de extraña textura que probamos.
Continuamos ruta hacia nuestra segunda parada, el antiguo barrio de las Geishas.
Gión.. sus calles datan de más de 300 años, casas de té salpican sus empedradas calles que se elevan hacia un mismo destino, Yasaka shrine y su pagoda de 46 metros de altura y 5 pisos, la más antigua de Kioto.

Gíon tiene más de 80 casas de té donde diariamente trabajan Gueisas y sus aprendices Maiko, supuestamente son difíciles de ver. Se esconden de las cámaras de los turistas en un interminable juego. Nosotros tuvimos la fortuna de presenciarlas paseándose en carro por las calles de este mágico barrio anclado en el pasado.
Eran cantidad las jóvenes ataviadas con el tradicional kimono que paseaban sin rumbo fijo o quizá hacia Kiyomizu dera temple, un impresionante templo sobre la colina, donde dicen se observa la puesta de sol más bonita de Japón.
Este conjunto de templos budistas o templos del agua pura como asi se llama, otro patrimonio de la humanidad. Le viene su nombre por las cascadas que allí se encuentran y que bajan de las colinas.
Encontramos unos tatamis de madera cubiertos donde descalzarnos y tomar un descanso mientras observabavamos el atardecer en la ciudad desde lo alto del valle. El agua caía entre la vegetación desde lo alto..la humedad había formado durante siglos una gran jungla rodeando el templo.
Capturamos nuestras ultimas imagenes a través de las cámaras..ya oscurecía y nuestra mirada estaba ya puesta en la vuelta a la gran capital....

JAPÓN TOKIO

La decisión de viajar a Japón fué una mezcla de varios factores, nuestro destino inicial no completaba nuestros objetivos, en cambio Asia y nuestra simpatía hacia su cultura nos atraía.
Lejanía extrema, distinta cultura de grandes contrastes, sociedad y religiones basadas en el pacifismo.
Implicados con su naturaleza. Orgullosos de sus tradiciones y rituales..calmados ..silenciosos..tímidos pero abiertos, honestos, supersticiosos.. País de infinita y salvaje naturaleza con multitud de volcanes sentados sobre fallas activas en continuo movimiento que causan fuertes terremotos. Importantes tifones que barren sus costas anualmente..
Día 1 al 2 de septiembre,
Transcurría el vuelo con normalidad, mentalmente repasaba los cinco pasos a seguir a nuestra llegada a Tokio.. Recoger las maletas, cambio de divisas, canjear el bono de transporte, conseguir billetes de autobús para el centro y solicitar la reserva de asientos de los trenes para nuestros trayectos por Japón.
Daba un sorbo a la cerveza que una amable auxiliar de Lufthansa nos había ofrecido mientras observaba en la pantalla de mi asiento el arco que íbamos completando en el cielo. Después de tres películas, comer dos veces, cenar una, levantarnos unas 6 veces a estirar las piernas y 11 horas desde Frankfurt, llegábamos al aeropuerto de Narita a 70 km de Tokio.
Tras pasar inmigración, completamos la tarea en tiempo récord. En la parada del autobús un joven uniformado nos ordenaba en una perfecta fila tanto a los pasajeros como a las maletas, nos saludaba inclinando la cabeza una y otra vez mientras un goteo incesante comenzaba a mojar el suelo.
Después de 60 interminables minutos llegamos a los aledaños de la estación de Tokio, un aluvión de personas caminaba por las aceras de esta gran urbe salpicada de rascacielos que haría desorientarse hasta al más ávido. Conseguí preguntar al chico que sacaba las maletas del autobús hacia dónde debíamos dirigirnos para ir al Palacio Imperial, mi referencia en el mapa para orientar la posición de nuestro hotel. Amablemente y tras acabar su trabajo me buscó con la mirada y rápidamente se acercó desdoblando el único mapa que llevaba en su bolsillo, que luego me cedió.
Aquí me dí cuenta del código de conducta que nos encontraríamos durante todo nuestro viaje con los japoneses, en muchas de las ocasiones que los necesitamos.

10 de la mañana, 26 grados y 80% de humedad.
40 minutos andando, el agotamiento se nos marcaban en los ojos. El acumulo de tantas horas nos pasaban factura y las diminutas ruedas de nuestras maletas nos entorpecían la faena.
Finalmente llegamos al hotel, un alto edificio que se distribuía desde la planta 14 hacia arriba. Debajo teníamos un centro de negocios. Después de hacer el Check-ing y observar el divertido ritual de intercambio de tarjetas de visita entre japoneses, subimos a nuestra habitación de un tamaño bastante aceptable y estilo occidental, menos el cuarto de baño con su pequeña bañera y su wc futurista.
Varias horas más tarde y tras convertir la habitación del hotel en nuestro nuevo pequeño hogar, salimos para empezar a captar los olores, ruidos y primeras imágenes de esta gran ciudad de 13 millones de habitantes en su centro. Su área metropolitana en cambio la hacen la mayor aglomeración del mundo con 36 millones de habitantes.

Varias tiendas Seven Eleven y Family Mart de 24 horas se disponían muy cerca del hotel y en general por toda la ciudad, comprobamos la multitud de máquinas expendedoras apostadas en todas las calles con todo tipo de cosas, sacamos unos excelentes cafés con hielo picado y continuamos camino por sus calles sin rumbo fijo. Oscurecía y miles de oficinistas salían en desbandada de los edificios.
Todos ataviados de la misma manera, pantalón oscuro y camisa blanca. Una marea se perdía por las calles y otras bajaban ordenadamente a los metros.
Llegamos a Hibiya park, un bonito, céntrico y limpio parque rodeado de rascacielos, un estanque se encontraba justo en su centro y la poca iluminación le daba un aspecto romántico, en una de sus esquinas encontramos un restaurante con terraza dónde decidimos hacer nuestra primera cena. Unos amables camareros nos atendieron con una expresión en que sorprendentemente hizo que la difícil comunicación entre idiomas tan distintos no fuese una barrera y en pocos minutos estábamos disfrutando sin lugar a dudas de los mejores platos que probamos en toda nuestra estancia en este país.  Mientras observábamos los edificios reflejados en el agua del pequeño estanque de este precioso parque, nos miramos, brindamos y nos dijimos que esto prometía..
Al día siguiente temprano, encontramos una cafetería junto a un transitado cruce al que repetir a diario. Emprendimos camino por Shinjuku Dori, hacía el céntrico  barrio de Chiyoda y enseguida teníamos ante nosotros una gran vegetación y canales que rodeaban el Palacio Imperial.
Residencia del actual Emperador de Japón, Akihito.

Gratuita, en la entrada nos entregaron unas pequeñas fichas que volveríamos a la salida y nos perdimos por sus increíbles jardines cuidados al mínimo detalle, cientos de robles japoneses, camelias, acebos, Alcanfores, árboles otoñales de paisaje espectacular pero que hoy daban tonos todavía verdes.

Pequeños bosques de bambú rodeaban unos estanques llenos de peces de colores, una pequeña cascada producía un suave gorgoteo, casi inaudible por el ensordecedor canto que provocaban los grillos y cigarras que anidan en todos los parques de la ciudad durante el verano.
Tomamos la estación JR más próxima, ya disponíamos del abono activado y nos dirigimos hacia el barrio sin duda más famoso de Tokio.
Shibuya, con su pedestrian scramble, el cruce con cinco pasos de cebra más famosos del mundo. Dónde cientos de personas esperan en los 5 puntos a que el semáforo diese la orden de salir, cómo de un combate cuerpo a cuerpo se tratase. Las mejores vistas se pueden contemplar desde el edificio de la cafetería Starbucks, en la segunda planta.
Este mini Time Square, es el punto de encuentro de muchos jóvenes. En concreto en la figura de Hachiko, el perro símbolo a la lealtad y uno de los símbolos de la ciudad. Un perro que acompañó diariamente a su dueño hasta la parada del metro mientras éste se iba a trabajar, tras su fallecimiento, su dueño no apareció a su encuentro y el perro quedó en el lugar 9 años esperándolo.
Nos sumergimos por sus pobladas calles, Takeshita Dori, una por las que se puede observar chicos/as vestidas de personajes de manga, un crisol de colores y olores que hacía despertar el hambre.
Lleno de restaurantes mostrando sus platos con grandes imagenes en su entrada, hacía dudar entre unos y otros.
Algo me llamó la atención, una máquina con aspecto de expendedor de tabaco tenía imágenes de platos en los pulsadores,su sistema sencillo, se introduce el dinero y se pulsa tu elección, platos, sushis, pinchos, bebidas..a continuación sale un pequeño ticket que una vez dentro debes entregar al camarero.
Nos decidimos por este y entramos, nos sentamos en barra en el único hueco que quedaba, enseguida sirvieron una jarra de agua bien fría, en todos los restaurantes el agua es gratuita y siempre la sirven nada más sentarte junto al té.
Este sistema de restaurante es muy común en Japón, los trabajadores tienen el tiempo limitado para comer y volver rápidamente a la oficina.
Continuamos por el Parque Yoyogi, un gran pulmón en la ciudad adosado a Meiji Jingu Shrine, templo sintoista que junto al budismo son las 2 religiones predominantes en el país, este templo está dedicado a los espíritus del emperador Meiji.
Unos grandes Toris hacen de entrada al templo. Los Toris son unas grandes puertas o arcos tradicionales japoneses que separan el terreno profano del Sagrado en un templo.
Cientos de ellos se disponen por todas las ciudades y pueblos. Algunos son donados como ofrendas de gratitud por alguna petición recibida. Antes de la entrada a cualquier templo uno se debe purificar las manos en un pequeño ritual. Una fuente con agua sagrada que se coje con un cacito con la mano derecha derramándola sobre la izquierda, luego a la inversa con la otra y seguidamente enjuagarse la boca, se finaliza derramando el agua sobre el cacito. Es un ritual sencillo que los japoneses agradecen dando muestras de respeto hacia sus creencias.
Comenzaba a caer una finísima lluvia y las calles del popular barrio de Shinjuku comenzaron a llenarse de paraguas transparentes.
Repletas de centros comerciales, los adolescentes que transitaban sus ruidosas calles no dejaban de entrar en ellos, la música aparecía por cualquier esquina..una tienda de ropa, unas pantallas de publicidad, salones recreativos dónde unos entusiasmados japoneses jugaban al "pachinko", incluso algunos camiones que circulaban sin descanso anunciando grupos de música.
Un oasis de paz en una terraza de un centro comercial nos devolvió la calma durante un apacible rato...

5 de septiembre,
Un soleado día observando el tránsito del cruce desde la cristalera de la cafetería, mientras dábamos los últimos sorbos al café..
No muy lejos un gran Tori de mármol.
Accedemos al templo Hie Shrine dónde casualmente se estaba celebrando una boda tradicional japonesa.
Estas se celebran en santuarios sintoístas, la novia se pinta de color blanco de pies a cabeza para declarar su condición de soltera, pureza, además se viste de blanco con un tocado llamado Wataboshi, se comienza con una pequeña comitiva formada por el sacerdote, novios y una representación de la familia hasta el templo.
Entonces se realiza el rito de San San Kudo, se sirve Sake y se bebe tres veces el novio y tres veces la novia, luego todo la familia toma, se entonan cánticos y el sacerdote los declara unidos en matrimonio..
Salimos del templo mientras en otra parte del mismo, unos padres preparaban a sus hijos para su bautizo..
Continuamos hacía el oeste.. Encontramos un pequeño templo budista, ToyoKawa Inari, ofrecía una gran paz a sus visitantes que entregan sus ofrendas a kitsune, la figura del zorro. Espíritu del bosque, su función proteger bosques y aldeas y está asociado al dios de la fertilidad, muchas mujeres lo visitan.

Casi adosado a éste se encuentran los jardines y el Palacio de Akasaka que rodeamos para tomar el  JR Chuo Line hacia Sinjuku, concretamente al Sinjuku Nacional Garden, uno de los jardines más espectaculares de Tokio.
Un anciano vigilante recorría a las 16,30 h sus instalaciones con su vieja bicicleta comenzando a desalojarlo. Cierran muy temprano.
Cruzamos Sinjuku por underground Arcade, el llamado barrio de los juegos repleto de salas de "pachinko" similar juego al pinball qué acumulando bolas metálicas pueden conseguirse grandes premios económicos.
Nos dirigimos a Kabukicho, el barrio rojo de la ciudad.. Sí de barrios peligrosos hablamos yo no diría tanto por lo seguro que es el país,  pero este barrio se puede asemejar debido a que la prostitución, clubs y discotecas en estas calles son regentados por los Yakuza, mafia japonesa que aún hoy en día existe y que se dice que hay un silencioso pacto con las autoridades. Unos no se meten en los negocios y asuntos de los otros.

Más tarde y ya oscureciendo nos dirigimos hacia el edificio de gobierno compuesto de dos grandes torres de 48 plantas con un observatorio en cada una de ellas.
En la Torre Norte se encuentra abierto hasta las 23 horas y es el más visitado por su espectacular vistas de 360 grados desde el piso 45, sobre todo por la noche.
Es gratuito aunque se puede tomar algo en el restaurante/ bar Nueva York, dónde al parecer se rodaron escenas de la película Lost in Translation.
Las calles y rascacielos hacían una inmensidad interminable de luces, un mágico momento para terminar nuestra jornada...

El séptimo día callejearíamos por el barrio más lujoso y elegante de la capital. Ginza, las calles con más tiendas de lujo por metro cuadrado.. Tiffany's, Channel, Apple.. Similar a la Quinta Avenida de Nueva York, hasta el asfalto de la calle se observaba de mejor calidad.

Elegantes mujeres cargaban con multitud de bolsas de firma u ordenaban depositarlas en los maleteros de sus lujosos vehículos.
Tomamos Harumi Dori y tras pasar por delante del famoso teatro Shochiku Kaikan Hall, encontramos un pequeño taller de palillos y cuencos de madera, dos señores de edad avanzada los confeccionaban artesanalmente en auténticas obras de arte y al mejor precio de la ciudad. Nos decidimos por unos cuantos estuches que amablemente el Señor nos envolvió cuidadosamente en un proceso más parecido a un ritual.
No lejos de allí se encontraba su Tsujiki  Fish market, el barrio del pescado.
La Lonja ocupaba una gran manzana junto a unas estrechas calles repletas de puestos de comida, húmedos callejones dónde todo tipo de pescados eran continuamente cambiando de manos o servidos allí mismo.
Nos acomodamos en uno de ellos y elegimos entre todas las imágenes de deliciosos platos que enseguida nos sirvieron, todo como siempre acompañado de un caldo de miso y el bol de arroz.
Muy sonrientes nos hacían fotos mientras servían más té en los cuencos. Tras dar las gracias y hacernos alguna que otra foto, continuamos la marcha hacia el barrio Tsukishima, atravesando el puente levadizo sobre el rio Sumida, donde se podía observar el skyline de la ciudad.


Disfrutamos de un rato de descanso en Rikyu garden, después nos dirigimos hacia Hinode Pier, lugar y parada de barcos de línea que enlazan los barrios de Ueno con Odaiba.
La la humedad era intensa y el cielo se tornaba oscuro y tenebroso, me pareció un cielo espectacular aunque estando en un país donde las condiciones meteorológicas son a veces extremas, la verdad impresionaba.
Observamos por última vez el puente Rainbow muy similar al Golden Gate de San Francisco, este de 570 metros de altura que atraviesa la bahía.
Mientras parecía que en cualquier momento rompería a llover.. pero no lo haría hasta muy entrada la madrugada y ya no nos abandonaría hasta el final.

Ueno y Asakusa son dos barrios que concentran los vestigios de la historia y el antiguo Edo, así es como se llamaba antiguamente Tokio. los barrios más antiguos de la ciudad.
La lluvia quitó algo de encanto al paseo por el grandioso parque de Ueno, uno de los preferidos por los Tokiotas en época de florecimiento de los cerezos,


Muy cerca se encuentran varios museos, galerías y el zoo. Nuestro destino, en busca de los grandes osos panda. Un bonito zoo con animales de todos los continentes a un precio muy barato.
Nos dirigimos hacia Asakusa, otro de los barrios más populares de Tokio. Imprescindible callejear por las inmediaciones de la estación JR, ahí se encuentran multitud de tiendas de ropa, regalos y otros objetos a precios muy buenos..
También este barrio es famoso por su templo es el más conocido y visitado de la capital y quizá de todo Japón.
El templo Senso-ji, pero empecemos por el principio.
Hay que cruzar el barrio de punta a punta, como referencia el Sky Tree, una popular torre de comunicaciones con Observatorio de 630 metros de altura pero que debido a la densa niebla se hacía imposible divisar. Así que como en los planos que disponíamos no salía este extremo, consultamos a uno de los muchos hombres ya de edad avanzada que se observan trabajando por la ciudad y qué llama la atención.
Las malas lenguas dicen que son hombres de reciente separación de su mujer, algo que ya no está mal visto en Japón y se ven con necesidad devolver a trabajar ya que tienen que pasar algún dinero a ellas y retrasar su jubilación.
Este se fué y enseguida volvió con un gran plano plastificado, con una gran sonrisa no señaló hacia dónde debíamos dirigirnos. Me despedí agradeciendole con una sonrisa y una palmadita en la espalda, algo a lo que no están acostumbrados. Ese contacto físico.


El atractivo comienza en la famosa puerta de Kaminarimón, pasando por debajo de el gran farol rojo, continuando recto entre los muchos puestos de recuerdos. Al fondo se encuentra el templo Senso-ji, adosado el pequeño santuario Budista Asakusa Jinja. El templo data de 628, el punto más turístico de Tokio. 20 millones de visitas al año. Dedicado a la diosa Kannon.

Un gran incensario cura enfermos y fortalece a los débiles, el agua caía en cascada por las puntas de su tejado obligado por la lluvia torrencial que en ese momento estaba cayendo. Una fila de personas lanzaba su donativo al enorme cepillo y resonaban las dos palmadas.
El ritual completo en un templo es el siguiente.. La purificación, lavándose las manos y la boca en las fuentes de agua pura. Fortalecerse en los incensarios, pedir los deseos en su interior echando una moneda y dando dos palmadas, hacer sonar la campana que hay delante de los templos, escribir en las "Ena"..las tablillas sus deseos, leer el futuro en los papelitos, si es mala suerte dejarlos atados en especie de colgador donde los dioses cambiaran su suerte.

Se comenzaba a hablar de Tifón, se iba siguiendo en directo por televisión, la inestabilidad era evidente y comenzaban a mostrar imágenes de inundaciones por algunas localidades de la isla. Aunque en la capital, la lluvia iba acentuándose, los Tokiotas seguían haciendo su vida normal algo que nos tranquilizaba, eso sí seguían las noticias con bastante atención.
No nos quedaban más de 24 horas en el país nipón, cansados pero contentos y con sensación de dejar alguna cosa en el tintero, queríamos disfrutar de los sentidos sin tener una hoja de ruta en mente, sin cámaras de fotos, relajadamente y pasar las últimas horas mezclandonos con los japoneses, una gente extraordinaria capaces de dejar todo lo que están haciendo para echarte una mano, involucrarnos en sus rituales,..incapaces de poner una mala cara, un mal gesto, un reproche cada vez que nos hemos podido equivocar..colarnos en una fila, hablar en alto, siempre con una sonrisa.
No importa no hablar su complicado idioma, es sorprendente la facilidad de comunicación con ellos como un sexto sentido se tratase, un vínculo entre ellos y nosotros. Un país sorprendente de unas tradiciones ancestrales, de una naturaleza bella, pulcra, detallista, de un respeto a los valores.
Es imposible encontrar un pero, una pega, simplemente la lejanía...