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sábado, 25 de enero de 2014

PAISES BAJOS

Un 22 de Septiembre llegaba a Bruselas dónde alquilé un coche y enseguida me encaminé hacia las tierras bajas.
Tenía ganas de conocer Holanda, el país de los canales. Tomé dirección a Roosendal, el cielo amenazaba lluvia y se hizo de noche precipitadamente. Crucé el enorme túnel que discurre bajo el mar y cruza el muelle de Rotterdam, el puerto de mercancía más grande de Europa.
Poco después ya circulaba por el "Ring", el anillo que rodea la capital, Amsterdam.
Comenzó a llover con fuerza, el limpia parabrisas apenas daba abasto a recoger el agua. Tomé dirección a Harlem y me dirigí hacia Warder, un pequeño pueblo al noreste de Holanda junto a las orillas del mar del norte dónde se encontraba mi alojamiento.
Una casa de una sola planta distribuida en 2 zonas separadas por una cafetería y la recepción. Ubicada frente al gran lago que formaba el gran dique de un mar que curiosamente estaba a mas altura que la propia tierra y que obligaba a subir

varios metros por unas escaleras. Era curioso ver como el mar estaba a mas altura, de ahí llamarlos los países bajos .
El dique convertía el mar en un gran lago y su función era la de evitar que se inundase la península con las mareas altas.
Al día siguiente me dirigí hacía Ámsterdam, aparqué en un P+R ( Park & Rail) distribuidos alrededor de la ciudad, tomé el tranvía y me dejó en la estación central en el, centro de la ciudad. Nada más bajar me encontré con Roderij Lovers, un parking de bicicletas de tres plantas de altura, Ámsterdam es la ciudad dónde existen mas bicicletas por metro cuadrado, me dirigí hacía el centro por Nieuwendisk, la calle peatonal más comercial hasta salir a la plaza Dam.
Recorrí los canales mientras observaba las casas de estilo "Ámsterdam", edificios inclinados con grandes ventanales para aprobechar la escasa luz diurna.

Llegué a Prinsengracht,  el tumulto de gente indicaba el lugar dónde se encontraba la casa de Ana Frank, ahora un museo que puede ser visitado tras pasar por caja.
Lugar dónde Ana Frank, una niña alemana de descendencia judía y su familia se mantuvo escondida dos años y medio durante la II guerra mundial, cuándo los judíos eran perseguidos por los alemanes. Sobrecoge la localización dónde vivieron hasta que fueron delatados y conducidos a distintos campos de concentración dónde acabarían sus días. Muy recomendable leer el libro antes de la visita.
A continuación fuí a dar con la Catedral de Westerkerk, detrás se encuentra el Homo-monument dedicado a los Homosexuales. Más tarde me encontré por casualidad en el número de 40 de la calle Oudezjids Voorbugwal, un edificio dónde se encuentra una iglesia clandestina escondida en el ático, dedicada a San Nicolás, su entrada 7€. Fué construida durante la represión que sufrió la religión católica muy recomendable su visita.
A la vuelta al Hotel observé algo en el exterior de mi habitación, habían aparecido múltiples telas de araña por los techos y esquinas del pasillo. Lo advertí a recepción y ante mi sorpresa me dijeron que era temporada de arañas y que aunque se limpiaban a diario volvían a aparecer, ciertamente trás fijarme mientras paseaba por este bonito pueblo de Warder,
se veían telas aquí y allí y múltiples arañas patilargas andaban a sus anchas entre los arbustos y los alfeizar de las ventanas. Esa noche coloqué toallas en las rendijas de la puerta y la ventana e inconscientemente dormí con un ojo abierto.
Al dia siguiente me armé de valor y alquilé una bicicleta, medio de transporte natural en el país, y riesgo dada la velocidad con la que circula la gente y que los carriles discurren a la orilla de los canales sin protección. Aseguraros de coger las bicicletas con frenos en el manillar porque aquí es común frenar con los pedales. .otra recomendación, las bicicletas disponen de un candado incorporado, guardaros bien la llave porque si desaparece la bicicleta os la harían pagar. En Ámsterdam no hay mucha delincuencia pero si roban muchas bicicletas. Me acerqué con ella al Risksmuseum y al mercado de las flores, bonitos puestos dónde puedes conseguir tulipanes de colores, plantas carnívoras y mil especies más.
Me desice de mi bicicleta y me fuí al barrio rojo salpicado de Coffee shops, locales de espectáculos y los mundialmente famosos escaparates con chicas expuestas esperando compañía.
Visité un house-boat, los pequeños botes amarrados en los canales dónde viven algunos afortunados, se pueden visitar.
Encontré la casa mas pequeña del mundo en Singelwrach..como buscar una aguja en un pajar..
Tras varios días, decidí coger el coche e irme hacia el norte y visitar los preciosos pueblos de Volendam, municipio pesquero dónde quedas obligado a probar su especialidad, el arenque en salsa de enebro.
Edam, precioso pueblo de cuento y probar sus variedades de queso de rueda.
Pasear por las calles de Oosthuizen dónde la amabilidad de su gente hace encontrarte como en casa.
Mi destino final sería Bruselas dónde debía dejar el coche, así que mejor que acabar mi viaje visitando la capital de Bélgica. Debo decir que al principio no me cautivó en exceso. El atomiun, uno de los principales atractivos, no contaba con ninguna exposición en ese momento y solo disfruté de las vistas. En Bruselas existe un buen servicio de Metro y no existen tornos, aun así los Belgas pagan escrupulosamente. Lo tomé y bajé en el centro. Admiré la Grand Place dónde cada agosto instalan una enorme alfombra de flores y es patrimonio de la Unesco, cerca de ahí se encuentra el Manneken pis, figura que representa a un niño que la historia narra que orinó encima de unas mechas encendidas tras un ataque a la ciudad y consiguió que las cargas no explotasen. Hay otra niña réplica encerrada tras unos barrotes Jeanneke pis, menos concida y que fué encargada por el dueño de un restaurante, frente a la niña se encuentra el famoso Deliriums Tremens, un Pub de estilo Irlandés dónde tienen una selección de más de 2000 clases de cerveza, el catálogo es enorme y cuesta decidir pero pasarás un buen rato. Tras varias cervezas debía de probar el popular chocolate belga.
Mi pensamiento seguía en los bellos pueblecitos Holandeses y sus interminables verdes praderas, la amabilidad de su gente, el respeto por su entorno, los bellos paisajes que inmortalicé en cientos de fotos tardarán en desaparecer de mi mente.

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